Homenaje al maestro Fernando García

El sábado 4 de julio, la Academia Chilena de Bellas Artes celebró los 90 años de uno de sus connotados miembros de número, el querido amigo y maestro Fernando García Arancibia.

Con un saludo a través de Zoom los académicos saludaron y homenajearon al maestro presentando un audiovisual que resume la vida personal y profesional de Fernando García. En el video, el propio maestro cuenta algunas de sus experiencias, recuerdos y anécdotas.

FERNANDO GARCÍA

Nace en Santiago de Chile en 1930, hijo de don Guillermo García y doña Elsa Arancibia. Su infancia, enmarcada por un entorno familiar empapado por las actividades culturales e intelectuales propias de la época, sirvieron de estímulo para que el pequeño Fernando desarrollara diversos intereses, entre ellos: la música. Su madre fue su primera maestra en el piano, pero sin duda, a nivel musical, el que mayor influencia ejerció fue su abuelo materno, Enrique Arancibia, cellista, compositor y médico. A pesar que la música jugaba ya un rol importante en la juventud de García, en primera instancia decide estudiar medicina (1949-1950). Ya en el segundo año de esta carrera Fernando García se da cuenta que no es lo suyo, según sus propias palabras, “…era incapaz de aprender algo sobre medicina”. Además al finalizar los recreos, él prefería quedarse leyendo a Huidobro, antes que entrar a clases.

Finalmente se decide por el camino de la música y comienza a estudiar de forma particular con el compositor Juan Orrego Salas. García trabajó con él casi 7 años la composición (1950-1956). Debido a la partida de Juan Orrego Salas a Estados Unidos, producto de una beca, García continúa sus estudios de composición con Carlos Botto, Juan Allende-Blin y con Gustavo Becerra. Por esos años incursiona también en la interpretación, y es así como realiza estudios de trombón Abraham Rojas llegando a ser trombonista de la Orquesta Sinfónica de Profesores del Ministerio de Educación. Además participó como tenor en el Coro de la Universidad de Chile.

Como musicólogo se inició en la cátedra del investigador español radicado en Chile Vicente Salas Viu, estudios que realizó en los años 1964 y 1965 en la otrora Facultad de Ciencias y Artes Musicales de la Universidad de Chile, conocida hoy como Facultad de Artes.

En los años 60, bajo el alero de la Universidad de Chile, Fernando García demostró ser un académico formidable. Ejerciendo con excelencia funciones de docencia en asignaturas como el análisis musical, la teoría, la historia de la música y la musicología, como también la investigación y la creación artística. Con gran vocación de servicio participó hasta el año 1973 en la institucionalidad de la música que la universidad le dio en ese momento, específicamente a través del Instituto de Extensión Musical, hoy Centro de Extensión Artístico Cultural (CEAC) y la Facultad de Ciencias y Artes Musicales, hoy Facultad de Artes. También fue muy activo en las instancias departamentales, facultativas y superiores de gobierno universitario surgidas en la reforma universitaria de los sesenta.

Para los inicios de esta década Fernando García, contaba con un nutrido catálogo de obras, que iban desde instrumento solo, pasando por obras de cámara hasta formatos sinfónicos corales. Es digno de destacar que su producción ya devela su pensar y compromiso para con los eventos sociales y políticos que vivía el Chile y la Latinoamérica de la época. La música de García clama por los cambios sociales, por cambios que conduzcan a la justicia y la igualdad. Esto no era muy común encontrarlo en la música chilena de tradición escrita de esos años. El escuchar una obra sinfónica en una temporada de conciertos, donde la música y texto plantearan las inquietudes éticas de un compositor ante la historia y la sociedad, para un gran número de auditores, muchos de ellos formados en una sociedad reacia a cambios sociales y culturales, era una provocación mayúscula.

En 1962 compone “América insurrecta”, Cantata para recitante, coro y orquesta, con textos de Pablo Neruda.

En los años 70, Fernando García, ya casado con la bailarina y coreógrafa Hilda Riveros, continua con su desempeño como académico de la Universidad de Chile, pero, producto del golpe militar, en el mes de noviembre de 1973 se ve obligado a salir del país.

Rumbo a Honduras y haciendo escala en Lima, su amigo el musicólogo y compositor,  Armando Sánchez Málaga, le pide que se quede en Lima, así García comienza a trabajar en funciones administrativas y de investigación en el departamento de Danza y Música del Instituto Nacional de Cultura del Perú, organismo creado el año 1972, que tenía como objetivo el de reafirmar la identidad nacional mediante la valorización y difusión del patrimonio y las manifestaciones culturales de la nación. Organismo que finalmente en el año 2010 pasó a convertirse en la estructura del Ministerio de Cultura. En este periodo García, junto al compositor y musicólogo peruano César Bolaño, tiene una decisiva participación en la realización del voluminoso libro de casi 600 páginas “Mapa de los instrumentos musicales de uso popular en el Perú”. Paralelamente se desempeña como director del Taller de Musicología de la entonces Escuela Nacional de Música.

El catálogo de obras del maestro García en este periodo de Lima, se incrementa con importantes obras como: “La patria ensangrentada”, “Universo”, “Quién piensa en el olvido”. En forma especial destaca: “Las raíces de la Ira” obra compuesta para orquesta en 1976 como recuerdo a su amigo Victor Jara.

En 1979 Fernando García junto a sus esposa Hilda Riveros abandonan Perú rumbo a Cuba, país que los acoge y donde pueden desarrollar ampliamente su creatividad en la música y el baile respectivamente.

En 1990, Cuba queda atrás, Fernando García y su familia retornan definitivamente a Chile. Ambos se reintegran a la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. Ella al Departamento de Danza, él al Departamento de Música, como académico realiza docencia, ocupa funciones administrativas, es sub-director de la Revista Musical Chilena, como compositor y musicólogo, García es invitado permanentemente a congresos y seminarios nacionales e internacionales, del mismo modo, su obra es tocada en diversos escenarios y emisoras-radiales del mundo.

Además su catálogo de obras continua incrementándose de una forma abundante, el cual, al día de hoy, ya registra más de 500 obras de su autoría.

En este periodo obtiene importantes premios como; el Premio Nacional de Artes mención música 2002, máxima distinción otorgada por el estado de Chile a sus artistas, Premio Presidente de la República 2009, Premio Figura fundamental de la música chilena 2013, otorgado por la Sociedad Chilena del Derecho de Autor.