Pintor. Nació en Valparaíso (Chile),  una ciudad cuya atmósfera y paisajes marítimos dejaron una profunda huella en su obra artística. Desde joven mostró interés por el arte y se trasladó a Santiago para estudiar en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, donde tuvo como maestro a Carlos Pedraza, uno de los más destacados pintores de su tiempo.

La obra de Vila se caracteriza por su fuerte vínculo con el paisaje y las escenas costumbristas, especialmente aquellas relacionadas con su ciudad natal. Valparaíso, con su puerto, cerros y vida cotidiana, fue una fuente constante de inspiración para el artista. Sus cuadros destacan por su estilo realista, que más tarde evolucionó hacia una síntesis expresionista. Vila tenía una habilidad excepcional para capturar la atmósfera de los lugares, utilizando una paleta rica y una técnica detallada que equilibraba lo narrativo y lo poético.

Además de su faceta como pintor, Vila Silva exploró el grabado, técnica en la que también destacó. Fue miembro del Taller 99, donde trabajó junto a artistas de renombre como Nemesio Antúnez y Sergio Montecino, y contribuyó al desarrollo del grabado en Chile. Su obra en este campo incluye paisajes urbanos y marinos, donde experimentó con texturas y composiciones dinámicas.

Como docente, Vila dejó una marca significativa en el arte chileno, enseñando en la Universidad de Chile y formando a nuevas generaciones de artistas. Su pasión por la enseñanza y su compromiso con la difusión del arte lo convirtieron en una figura muy querida y respetada.

Recibió diversos reconocimientos a lo largo de su carrera.  Su legado sigue vivo en sus obras, que celebran la riqueza cultural y visual de Valparaíso, y en su influencia como educador,  dejando una obra que refleja tanto su amor por el paisaje chileno como su capacidad de conectar con lo humano a través del arte.