Juan Amenabar, 98 años

La Academia Chilena de Bellas Artes recuerda hoy, 22 de junio de 2020, el natalicio de Juan Amenábar Ruíz,  uno de los mayores compositores modernos de la historia, pilar en el desarrollo de la música electroacústica de  los años ’50. También fue precursor de los laboratorios de investigación ideados para la música a través de dispositivos electrónicos.

Si bien fue autor de piezas vocales e instrumentales para solistas y conjuntos, es considerado uno de los impulsores de la electroacústica en nuestro país y en Sudamérica —junto a los compositores León Schidlowsky y José Vicente Asuar— con su fundamental obra «Los peces» (1957).

“Los peces”:   ingeniería de la composición

«Los peces» (1957) será la obra fundacional de Juan Amenábar. El mismo autor del libro advierte, sin embargo, que existiría un prototipo de 1953, probablemente como resultado de la experimentación de Amenábar con el autopiano. Los 3 minutos y 20 segundos de «Los peces» son considerados por muchos como la primera obra electroacústica chilena. Schumacher indica que en efecto es la primera obra escrita integralmente en partitura y además, el «primer montaje sonoro en cinta magnética musicalmente organizado», según la prensa de Buenos Aires, que se enteró de su existencia.

«Los peces» fue utilizada como música incidental para la obra de teatro homónima, estrenada en 1957 por un grupo de estudiantes del Teatro Experimental de la Universidad de Chile.

Su catálogo electroacústico se inicia con esta obra basal y finalizará con «Cántigas  en el umbral» (1997). Pero su período más intenso como compositor en este campo se extiende hasta 1976. Son once obras electroacústicas puras y mixtas, que compuso en las instalaciones del laboratorio en su casa. En los años ’60 compuso «FeedBack», para violín y cinta (1964), «Klesis (invitación)» (1968) y «Música contínua» (1969). En la década de los ’70 aporta otro tanto: «Preludio en High Key» (1970), «Sueño de un niño» (1970), «Amacatá» (1972), «Ludus vocalis»  (1973), «Contratempo / Senzatempo» (1976) y «Juegos» (1976).

Es inevitable mencionar la incidencia de Juan Amenábar en la fundación del Taller Experimental del Sonido, en la Universidad Católica de Santiago (1955),

Del mismo modo, Amenábar fue una figura esencial en la creación del Gabinete de Electroacústica para la Música de Arte (Gema), de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, importante centro de creación e investigación, vigente hasta nuestros días.

 En cuanto a su labor académica e institucional destaca su estrecha relación con la Universidad de Chile y su participación como miembro de la Asociación Nacional de Compositores, como socio fundador e integrante del consejo directivo de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD) y su pertenencia al Consejo Chileno de la Música.  El 8 de mayo de 1975 fue  elegido Miembro de Número de la Academia Chilena de Bellas Artes.  Fallece el 3 de febrero de 1999.

“Los peces”:   ingeniería de la composición

«Los peces» (1957) será la obra fundacional de Juan Amenábar. El mismo autor del libro advierte, sin embargo, que existiría un prototipo de 1953, probablemente como resultado de la experimentación de Amenábar con el autopiano. Los 3 minutos y 20 segundos de «Los peces» son considerados por muchos como la primera obra electroacústica chilena. Schumacher indica que en efecto es la primera obra escrita integralmente en partitura y además, el «primer montaje sonoro en cinta magnética musicalmente organizado», según la prensa de Buenos Aires, que se enteró de su existencia.

«Los peces» fue utilizada como música incidental para la obra de teatro homónima, estrenada en 1957 por un grupo de estudiantes del Teatro Experimental de la Universidad de Chile.

Su catálogo electroacústico se inicia con esta obra basal y finalizará con «Cántigas  en el umbral» (1997). Pero su período más intenso como compositor en este campo se extiende hasta 1976. Son once obras electroacústicas puras y mixtas, que compuso en las instalaciones del laboratorio en su casa. En los años ’60 compuso «FeedBack», para violín y cinta (1964), «Klesis (invitación)» (1968) y «Música contínua» (1969). En la década de los ’70 aporta otro tanto: «Preludio en High Key» (1970), «Sueño de un niño» (1970), «Amacatá» (1972), «Ludus vocalis»  (1973), «Contratempo / Senzatempo» (1976) y «Juegos» (1976).

Es inevitable mencionar la incidencia de Juan Amenábar en la fundación del Taller Experimental del Sonido, en la Universidad Católica de Santiago (1955),

Del mismo modo, Amenábar fue una figura esencial en la creación del Gabinete de Electroacústica para la Música de Arte (Gema), de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, importante centro de creación e investigación, vigente hasta nuestros días.

 En cuanto a su labor académica e institucional destaca su estrecha relación con la Universidad de Chile y su participación como miembro de la Asociación Nacional de Compositores, como socio fundador e integrante del consejo directivo de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD) y su pertenencia al Consejo Chileno de la Música.  El 8 de mayo de 1975 fue  elegido Miembro de Número de la Academia Chilena de Bellas Artes.  Fallece el 3 de febrero de 1999.

IN MEMORIAM
Juan Amenábar Ruiz (1922-1999)

La vida profesional de Juan Amenábar Ruiz (22 de junio, 1922; 3 de febrero, 1999), se bifurcó en la ingeniería y la música. Realizó sus estudios de ingeniería civil en la Universidad de Chile y se desempeñó profesionalmente durante largos años en ENDESA. Su inclinación por la música encontró una firme acogida en el seno familiar con su padre, don Alfredo Amenábar Ossa, violoncelista y miembro activo de la Sociedad Bach de Santiago, con quien inició sus estudios musicales, los que posteriormente continuó con Luis Vilches (técnica coral), Lucila Césped (armonía) y, en el Conservatorio Nacional de la Universidad de Chile, con Jorge Urrutia Blondel (composición musical e instrumentación).

Fue sin duda su profesión de ingeniero la que le permitió hacer gala de una gran capacidad de organización en la música, que se revelara en la creación del Taller Experimental del Sonido en la Pontificia Universidad Católica, el impulso a una sala del compositor chileno en la Biblioteca Nacional, la instalación de un gabinete de música electroacústica (GEMA) en la Facultad de Artes y su gestión como presidente de la Asociación Nacional de Compositores entre 1971 y 1979, en las que conjugó la inteligencia con el compromiso riguroso y total. Cabe agregar, sin afán de exhaustividad, su labor como Director del Departamento de Música y Vicedecano de la Facultad de Artes además de su calidad de miembro de la Comisión Superior de Evaluación de la Universidad de Chile, la que realizó con posterioridad a su retiro de ENDESA y a su integración como académico en calidad de jornada completa de la Facultad.

Como profesor, se dedicó en alma y vida a la formación de los jóvenes, especialmente de aquellos sin conocimientos previos en la música, tarea que él siempre asumió como un interesante y estimulante desafío. Como compositor una parte importante de su obra creativa es vocal, sea para coro solo o acompañado, o para voz acompañada de un instrumento o conjunto. Escribió también obras de cámara instrumental, para solistas y conjuntos. Al igual que otros compositores de la generación que inicia la comunicación de su música entre 1948 y 1950, Juan Amenábar cultivó la música incidental para cine o teatro.

Particular importancia reviste su música electroacústica, la que a través de obras como Los peces (1955), Klesis (invitación) (1968), Preludio en High Key (1970), Sueño de un niño (1970), Amacatá (1972) y Ludus vocalis (1973), entre otras, abrieron nuevos senderos, no sólo en el Chile ávido de cambios de los 50 y los 60 sino que en toda América Latina. A través de ellas se manifiesta otra de sus facetas, la de estar permanentemente en la vanguardia de los cambios. Esta se revela además en la Misa litúrgica para coro y orquesta (1964), la que figura entre las primeras misas escritas en Chile con texto litúrgico en castellano, y en la que manifiesta su temperamento profundamente cristiano. Esta obra se enmarca en los cambios radicales que en la liturgia y, en general en toda la Iglesia Católica, introdujera el Concilio Vaticano Segundo. En el campo de la musicología, su sensibilidad ante las coyunturas de cambio se percibe en su trabajo de incorporación como Miembro de Número de la Academia Chilena de Bellas Artes del Instituto de Chile, que versa sobre la «Música en la sociedad de consumo», en el que entrega una visión absolutamente original de un fenómeno que él percibió en todos sus alcances desde sus albores en nuestro país.

En último término, «la música fue más fuerte» en la vida de Juan. Su partida deja un gran vacío en nuestra Facultad de Artes. El dolor que provoca su ausencia se mitiga frente a la solidez de su legado. A nombre de la Facultad de Artes presento mis respetos a su esposa Eliana Fölch y a toda la hermosa familia que con ella formara.

LUIS MERINO
Revista Musical Chilena
Rev. music. chil. v.53 n.191 Santiago ene. 1999